Como ya os hemos comentado en el post anterior, visitar Florencia es visitar la Historia del Arte escrita en mayúsculas. El legado de genios de todos los tiempos se aprecia en cada esquina, y eso hace de esta ciudad un lugar único, mágico e irrepetible.

Una de estas paradas mágicas es en el Campanile de Giotto, el campanario de la Catedral de Santa María de Fiore y uno de los monumentos que conforman la bella panorámica de Piazza del Duomo. Se trata de una obra de 84 metros de alto y 15 metros de ancho, y uno de los mejores legados de la arquitectura gótica de la ciudad. Este monumento, iniciado por Giotto en 1334, está cubierto con un elegante y colorista mármol que combina el blanco, rojo y verde, y esconde una de las mejores vistas de la ciudad desde el campanario, al cual se puede acceder a pie a través de unas estrechas escaleras que siguen siendo el vivo reflejo de la época que las vio nacer. Subir a este campanario merece la pena, desde luego, aunque hay que advertir que sólo dispone de un acceso para la subida y para la bajada, unas escaleras angostas en las que generalmente se aglomeran los turistas, lo que hace bastante agobiante la visita.
Cúpula de Bruneleschi
Otro de los icono florentinos es la Cúpula de Brunelleschi. Espectacular por fuera y por dentro, esta monumental obra de arte, que cuenta con un diámetro de 45,5 metros, fue considerada una de las más grandes del mundo tras la caída del imperio romano y una de las más representativas del mundo debido a su concepto arquitectónico. En su interior nos encontramos la misma espectacularidad que rebosa por fuera y, además, nos envuelve y deleita con un enorme fresco que representa el Juicio Final.
En definitiva, descubrir este monumento es sinónimo de realizar un viaje inigualable por la historia, el arte y el tiempo. Pero, eso sí, si ya la subida al Campanile de Giotto era agobiante, acceder y visitar la Cúpula de Brunelleschi puede resultar extremadamente agobiante. En TravellersandCo nos hemos atrevido con ello, pero muchos de nuestros acompañantes se quedaron en algunas de las paradas que hay hasta acceder al exterior de la cúpula, y otros, simplemente se volvieron en el primer tramo de las escaleras. Así que podemos asegurar que no es un monumento apto para claustrofóbicos. Para ejemplo, algunas de las imágenes captadas en nuestro recorrido…